Chimfunshi (Zambia): Un Orfanato para chimpancés.

Maribel Mollá Meca.

    Chimfunshi es un orfanato de chimpancés situado en el norte de Zambia a orillas del rio Kafue. Es un centro privado de 40 km2 de extensión fundado por David y Sheila Siddle en el año 1983 y dedicado a la cría de ganado. Por causas  muy diversas, se ha convertido en el mayor santuario de chimpancés del mundo. En la actualidad es la sede de una fundación (Chimfunshi Wildlife Orphanage) reconocida mundialmente por la labor de conservación que allí se realiza.

    Todo comenzó cuando las autoridades zambianas dejaron en depósito un ejemplar de chimpancé macho (de nombre Pal) decomisado a furtivos en un mercado local. El pequeño sufría desnutrición, le habían arrancado los colmillos y presentaba  graves heridas en la cara, a consecuencia de las cuales su boca estaba permanentemente abierta. Debido al éxito de Sheila Siddle en la recuperación de Pal, comenzaron a llegar muchos más chimpancés procedentes de la caza ilegal (en algunos lugares se sigue cazando chimpancés para consumo) y sobre todo, del decomiso de ejemplares procedentes del tráfico ilegal. También han recibido animales procedentes de zoos y de circos de lugares próximos (Zaire, Tanzania, Uganda o Sudáfrica) y en algunos casos, más alejados como Israel, Chile, Rusia, Emiratos Árabes o Haití.

    En la actualidad, sus instalaciones albergan 119 chimpancés. La mayoría de los chimpancés viven en grupos familiares en condiciones de semilibertad ya que cuentan con dos instalaciones de unos 2 km² de terreno virgen cada una. Otro grupo de 12 chimpancés viven en una instalación más pequeña (algo más de 2 has). Los tamaños de estas instalaciones son impensables hoy día para cualquier zoo.

    Maribel Mollá Meca, visitó recientemente este centro. Durante su estancia allí, aprendió mucho sobre el comportamiento de la especie, otra forma del manejo diario de los ejemplares o algunos componentes de la alimentación que recibían (con nombres tan exóticos como Nshima, ntungurus o no tanto, patata dulce, caña de azúcar, bananas o coles). Si bien, mucho de lo que allí vio no le resultó del todo nuevo, sí le impresionó la naturalidad,  la sencillez y el respeto con los que tanto Sheila como su hija Sylvia junto a los cuidadores (Dominique, Joseph, Félix, Peter,...), trataban a estos chimpancés. Si bien, su conocimiento no ha sido adquirido en los libros o en la universidad han aprendido  de la consideración, el cariño y la paciencia que durante más de 20 años han venido empleando para conseguir que estos animales, maltratados física y psicológicamente, puedan sentirse y comportarse como lo que realmente son: unas espléndidas criaturas.