PALMERAS
Puede resultar una planta muy relacionada con el amor: los escritores han recreado los dátiles dulces en la boca de la persona amada, todos recordamos ese “palmero sube a la palma y dile a la palmerita que se asome a la ventana, que mi amor la solicita”… En fin, podríamos seguir.
Desde este mirador de palmeras te vamos a recordar una leyenda de la mitología griega: el terrible dios de dioses, Zeus, y una de sus amantes, la titánide Leto, son los protagonistas.
Leto estaba embarazada de Zeus y Hera, la esposa de este dios, se nos presenta como una diosa celosa y llena de furia. Había prohibido a cualquier lugar de la tierra que acogiera a la parturienta o su ira caería sobre ese territorio. Leto vagó por todo el mar Egeo y es que nadie se atrevía a enfrentarse a la furia de Hera.
Pero siempre puede haber una solución: en mitad del mar Egeo existía una isla flotante que no estaba fijada a la tierra: la isla de Delos. Como no temía el castigo porque no era una “tierra”, acogió a Leto, que dio a luz agarrada a una palmera (único “árbol” de la isla) en un parto difícil y largo. Nacieron la diosa Ártemis y el dios Apolo.
Como recompensa, la isla fue fijada a tierra por cuatro columnas y la palmera se convirtió en uno de los árboles sagrados de Apolo. En la Antigüedad se consideraba sagrada a la palmera por su poder de renovación.