MAGNOLIO
Lo más llamativo de los magnolios, además de su porte, es su flor: grande y aterciopelada, blanca en muchos casos. Es fácil asociarla al amor. Además, también es muy apreciada en perfumería.
Te traemos otro poema de Elena Martín Vivaldi, con el que visualizarás esa flor como una diosa, una carne virgen…
La magnolia se alza en su blancura,
frente al azul y el verde dividida.
Intacta está su carne, no hay herida
de amor. Inconmovible, mas segura,
-radiante en la mañana, casi pura-
desconoce el sabor a que convida
la tristeza de un sueño. Ya la vida
le dio belleza, libre de amargura.
Vegetal, su pasion es el sentido,
proclamando alegría junto al suece,
árbol de llanto en su dolor rendido.
Fruto de diosa. Sensitiva asoma
por sus brillantes hojas. Clara nace
su audaz presencia virgen y su aroma.